Diario, Fotografía, Roadtrip, Vivir lo imaginado

Mírame

Millau resultó ser una ciudad. Los cruces de vías rápidas y rotondas varias me empujaron a seguir de largo a pesar del viaducto de Lord Norman Foster. Otra vez será, me dije; improbable que haya otra vez, me corrijo a cada rato.

Y ahora ¿a dónde?

Es la libertad de ir sin plan, esa que tanto fascina desde la distancia pero que, en la cercanía y convertida en el día a día, a veces se transforma en la esclavitud de la incertidumbre.

Nuevo destino: Sainte Enimie. 50 minutos. Estoy cansada y ya atardece. Delante  avanza una autocaravana. Mi cabeza se distrae con sus juegos habituales: el ritual de los reproches. Parece que sabe a donde va; no como yo. A estas horas ya tiene un destino claro, un plan; no como yo…  ¿Y si le sigo?

En el siguiente cruce, donde yo debiera torcer a la derecha, la caravana gira a la izquierda. Tengo coches detrás, ¿derecha o izquierda?, ¿derecha o izquierda? ¡Ya! Izquierda. Ignoro a mi GPS y me voy tras la autocaravana. Acabo en una granja de la red France Passion. Sèverac-le-Chateau, dice Google. No hay servicios pero sí tranquilidad para pasar la noche sin agobios. Ya mañana, si acaso, conduciré hasta Sainte Enimie.

El termómetro marca 5ºC en el exterior, 9ºC dentro de la furgoneta. No hay nada más duro en este viajar que abandonar el edredón cada mañana. Tal vez sea hora de encender la calefacción.

Me obsesiona el no saber parar. Pretendo sentarme a no hacer nada… imposible. La cabeza en constante movimiento.

Me doy cuenta de que el sol calienta más cuando me paro a sentirlo. Diez, veinte… treinta segundos ya son demasiados. Y si en alguna extraña ocasión le gano la batalla al minuto, entonces empiezo a preguntarme si los pájaros que cantan a mi izquierda son los mismos que los que cantan a mi derecha.

Si todo falla, escribir. Es lo más cercano a dejarse llevar, pero…

Tengo miedo. Temo romper la bola de cristal que un día remoto me juró que escribiría. Y escribo, en la oscuridad, sobre líneas perfectas, imaginarias. Me desafío. Juego a creerme que no me importa quien me lea.

Y si todo falla… si todo falla me retrato. Me busco en los instantes en que la cámara me exige permanecer quieta, sin salirme de su encuadre. Y grito… ¡Mírame! ¡Look at me!

“Look at me” es un proyecto que comenzó a forjarse en un curso de autorretratos que realicé con Cristina Núñez. Si no conoces su trabajo te recomiendo que le eches un vistazo a  Someone to love. 

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