Escucho cencerros, escuchos pájaros, muchos pájaros, escucho abejas revoletear. Pasa el rebaño, me acerco a mirar. Un pastor joven, cabras, ovejas y perros tan flacos que cuesta entender que caminen. Me pregunto por el oficio de pastor. ¿Es duro? ¿Se vive de ello?
Me encuentro tan a gusto en este silencio de un pueblo perdido en medio de la inmensa llanura que no hago sino preguntarme si esta naturaleza es mi naturaleza. ¿Podría ser feliz en un lugar tan despoblado como este? ¿Sobreviviría a un invierno frío en esta soledad?
Siento que la vida aquí está más equilibrada. La tierra da más alimentos de los que es posible consumir. El agua es un bien abundante, el terreno tampoco escasea, la vecindad no sabe de paredes comunes, el silencio es patrimonio de cada día. ¿Es este mi lugar? No puedo haberlo encontrado en los tres primeros días de aventura…
Saldré a sentirme en otros lugares y luego ya, si acaso, volveré.
Pueblo Conjunto Histórico-Artístico de alto valor monumental.
