No sé bien cómo fui a parar a un pueblo del Camino de Santiago. Salí de Hernialdo dudando de si cruzar la frontera hacia Francia por el mismo sitio por donde la había cruzado el día anterior, o si tal vez cruzarla por algún lugar del Pirineo Aragonés. Al final, la decisión cayó como caen todas las decisiones de ruta en este viaje: en la rotonda. Alguna salida hay que tomar…rumbo Donosti, por Behobia pues.
Desde Hernialdo hasta Saint-Jean-Pied-de-Port, tardé dos horas y media y, solo cuando estaba leyendo los folletos que recolecté en la preceptiva visita a la oficina de turismo, me di cuenta de que estaba a solo 10 minutos de la frontera española por Navarra. A media hora de Roncesvalles. Y claro, entonces entendí tanto albergue, tanta mochila. ¿El perro también hace el Camino De Santiago?, me preguntaron.
Ni que decir tengo que no me oriento bien y es que, Google Maps consigue borrar de mi cerebro toda capacidad de situarme en el espacio. Llego a donde más o menos pretendo, pero luego no tengo ninguna consciencia de por qué territorios he transitado; en mi cabeza solo el cuadradito de la pantalla del móvil y el canturreo constante de la señorita Google: a 200 metros, en la rotonda, toma la segunda salida….
-¿Dónde están los monstruos marinos en los mapas de Google? —le pregunto.
– Parece que no hay ninguno —contesta. Parece que está todo ahí. Pero ese es precisamente el monstruo, ¿no? El mapa habla con demasiada autoridad.
Solitud: hacia una vida con sentido en un mundo frenético.
Pasé dos noches en el abarrotado Camping Municipal de Saint-Jean-Pied-de-Port. Y es que el lugar resultó de lo más práctico. El río, y amplía zona verde, a 50 metros de la salida del camping; eso es todo lo que necesita Tom para ser feliz. La panadería, a 500 metros; eso es todo lo que yo necesito para ser feliz. Que alguien me explique ya por qué en España aún no hemos copiado las recetas de los panaderos franceses. ¡Puede haber pan más delicioso en este mundo! Y lo de los croissants… ayyy, eso no vale la pena ni comentarlo. Ellos, los panes y los croissants, podrían perfectamente ser los culpables de que aprenda francés.
Eso sí, aún no me hago con los horarios. Cuando termino mis labores y me acerco al pueblo, ya las tiendas están cerrando. Cuando termino de comer, ya la gente está pensando en la cena. Cuando llego al camping ya no hay ni dios que respire, y a esa hora aún mi cuerpo pide un par de horas más de espacio antes de la cena. Queda ruta para acostumbrarse.



Santiago dice:
Rosita: Las fotos están geniales, me encanta como escribes y además me hace feliz verte tan bien. Disfruta de todo Rosita!
RosaVerde dice:
Gracias!!!!!!