Dormí por primera vez fuera de camping, en un aparcamiento junto a la playa de Orio, lugar señalado por la aplicación park4night y, por lo tanto, bien poblado de nómadas sobre cuatro ruedas.
Si antes de partir alguien me dice que acabaría por domir la mayoría de los días en campings, le hubiera saltado al cuello con un discurso sobre la aventura, la necesidad de ahorrar y qué se yo qué más. Total… si mi furgoneta es autosuficiente, hubiera dicho. Y es que nadie habla de campings en ninguno de esos miles de feeds de instagram en torno a la #vanlife que tanto han lavado mi imaginario.
Pero estas alturas de viaje ya empiezo a sacar algunas conclusiones, quien sabe si precipitadas: dormir en esos lugares perfectos, no es ni de lejos tan cómodo como dormir en un camping. Para empezar, en los campings puedo abrir el techo, lo que da una muy necesaria amplitud a mi casa con ruedas. Para continuar, es posible tener las puertas de la furgoneta abiertas de par en par y aún conservar cierta intimidad, es posible descalzarse, pisas sobre césped en el mejor de los casos, sobre suelo limpio en todo caso, y la ducha… ¡ayy, la ducha! ¿Quién pudo imaginar que no sería necesario ducharse cada día?
Entonces, tranquilidad versus ahorro de dinero, seguridad versus aventura. ¿Quién gana?
Soy una señora cómoda, me recuerdo, porque con más frecuencia de la que convendría, me pienso como una veinteañera hippie que puede dormir en cualquier lado y de cualquier manera. Y no, me voy acercando más a esos jubilados del norte de Europa que con sus caravanas tamaño guagua pasan las tardes sentados al fresco con una copita de vino siempre al alcance, avanzando en convoy hacia el sur en busca de un invierno cálido.
¿Soy una señora cómoda? Menos mal que un libro acude a mi auxilio para sacarme de mi depresión de saberme señora y recordarme que, a pesar de ello, aún cabría llamarme hippie.
“Los hippies plantean la vida más ociosa, espiritual, que desarrolla la imaginación y la libertad.”
Las ansias de viajar. Alexis Racionero.
Y si sigo leyendo a Alexis:
“La vida en los bosques, el contacto con la naturaleza, vivir “on the road” en el presente sin muchos planes, dejarse fluir, enamorarse, escuchar música, leer, escribir diarios, soñar, imaginar y sobre todo dejar de consumir, planificar o racionalizar son algunas de las prácticas que la Contracultura nos legó.”

Manuel dice:
Señorita que no señora , a mi me paso casi igual , donde pretendía dormir siempre fuera descubrí que la necesidad del techo , una buena ducha y la tranquilidad de dejar abierta la furgo etc me llevo a pisar muchos camping de lo cual ahora mismo no me arrepiento .Dormir con la incertidumbre y ciertas faltas de necesidades fueron muchas veces la mochila de la pernoctar libremente .
RosaVerde dice:
He batido mi récord, 5 noches sin camping. Después de cuántas se gradúa una como hippie? Los campings están casi todos cerrados ya. Ayyy diossss