Iba a escribir que hoy está siendo un día perfecto pero… ¿y cuál no lo ha sido?
Conduje desde Palencia hasta Fuentes Blancas en Burgos. La excusa perfecta, visitar el centro canino donde vive Finn. Además, aproveché para pedir consejo a Jesús sobre el creciente miedo de Tom a viajar en la furgoneta. Gran contratiempo este. Lo solventaremos.

De ahí a un camping, mi primer camping. Y por primera vez desde el inicio del viaje, sola con toda la tarde por delante. Lo necesitaba.
Un almuerzo tranquilo mirando al verde, un café, paseos hasta el río… tiempo de descanso, tiempo de escritura…

Por la noche, una película: Expedition Happiness. Mala idea: dos chicos alemanes se fabrican una casa con ruedas y se van a recorrer América junto a su perro. Cuando llevan siete meses de viaje, el perro, necesitado de rutinas y de climas más fríos, enferma, rehusa comer y se deja morir. La única solución, terminar el viaje, volver a casa.
Ecos en mi corazón: viajo, también yo en una suerte de “expedición felicidad”, junto a Tom, un perro miedoso por mis miedos, sensible por mi sensibilidad, mimado hasta el extremo como receptor que es de todo el excedente de amor que guardo desde tiempo remotos. Tom, que tiembla y jadea con dolor cada segundo que pasa en ruta, también a mí, por momentos, me hace replantearme el cómo de este viaje…

