Vivir lo imaginado

Breve historia de un sueño…

…largamente soñado.

Un día de hace muchos años (¡11!), infeliz a pesar de haber dado todos los pasos convenidos, comencé a soñar con abandonar el camino marcado. De repente me tropezaba constantemente con historias de gente que renunciaba a la comodidad del hogar y se lanzaba al mundo a paladear la vida.

Afortunados ellos-me repetí una y mil veces- pero no se te ocurra imaginar que tú eres capaz de algo así. No es tu lugar, te falta valor, y el deseo frustrado te amarga la existencia. Así que… deja de soñar y céntrate en tu vida tal y como es.

Lo intenté. De verdad que lo intenté. Intenté ahogar el deseo de partir. Muchas veces, durante mucho tiempo. Pero resultó ser un sueño tozudo. En once años, no ha habido un solo día en que la idea no haya rondado mi cabeza de una u otra manera…

conducir EL MUNDO

De repente, un día me imaginé recorriendo el mundo en una furgoneta. La idea romántica de una VW clásica pobló de aventuras mi imaginario. Devoré El Camino más Corto, Sobre Ruedas, Un Mundo Aparte… Me aficioné a Our Open Road, quise ser hippy recorriendo la Grand Trunk Road,  Anochecer en la India… Me enamoré de la máquina de escribir de 63mph

Cuatro años más tarde, ¡cuatro!, en un garaje no muy lejano a mi casa, encontré la furgoneta que con tanto detalle se había dibujado en mi retina: una VW T3 de faros redondos en aparente buen estado… mi sueño.

Pero… yo jamás había dormido en una furgoneta, ni en una autocaravana, y muy pocas veces en una caseta de campaña. ¿Y si resultaba que, tras años de obsesión, aquella experiencia no era para mí?

Solo cabía ponerla a prueba.

LA BALA

La VW T3 de mis sueños apenas caminaba y dejaba a su paso un reguero de humo negro. Podía llevarme a la playa pero no al monte. Regresar a casa era toda una odisea. La Bala, la llamé.

Con todo, aquel seguía siendo mi sueño, y  por más que pretendiera hacer de las dificultades la excusa perfecta para dejarlo a un lado, no había nada que pudiera con su fuerza. Parecía tener vida propia, me llevaba de la mano.

Aquella aventura era un lugar al que me acercaba lenta pero irremediablemente. Como si no fuera yo quien diera los pasos necesarios para hacerla realidad.

MEA CULPA

Pero sí, fui yo quien, contra toda opinión, decidió comprar una vieja T3. Por su belleza, su fotogenia, por todo el romanticismo que envuelve a estos clásicos.

Fui yo quien poco después decidió cambiarle el motor, pintarla, arreglarla de arriba a abajo…

Fui yo quien, cuando estuvo lista, decidió que no era el vehículo apropiado para la aventura que pretendía.

Fui yo quien decidió venderla y comprar un furgón moderno de carga, vacío. Comenzar de nuevo todo el proceso, desde cero, otros dos años más.

Fui yo quien, mientras tanto, renunció al trabajo cómodo, ese que tan bien me daba de comer y tan hambrienta me dejaba. Fui yo quien decidió adoptar un perro, porque en mis sueños el perro perfecto caminaba a mi lado sin correas ni ataduras.

Fui yo quien tardó meses en entender por qué me había complicado la vida adoptando un perro y de qué iba eso del amor incondicional…

Soy yo quien hoy pone rumbo a lo desconocido, más de 11 años después de haberlo imaginado por primera vez.

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Un pensamiento sobre “Breve historia de un sueño…”

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