Más de 30ºC de temperatura durante todo el día.
Tormenta.
Cierro el techo, pongo los respiraderos en las ventanas delanteras, dejo abierto el ventanal lateral pese a que se cuela el agua. El calor y la humedad dentro de la furgoneta se hacen insoportables, pero fuera llueve con fuerza y no tengo otro techo. Novata como soy en la vida furgonetera, me pregunto si en estos casos he de permencer en el coche o salir corriendo en un busca de mejor refugio. Las tomas de corriente del camping están justo a mi lado, estoy rodeada de árboles, esos a los que tanto agradecí su sombra durante el día. Tom, para mi sorpresa, no muestra ningún temor mientras rayos y truenos caen sobre nuestras cabezas, muy cerca. Yo, escribo a toda velocidad como antídoto al miedo que me agarra por el pescuezo. Si muero en esta tormenta habré muerto feliz, me digo mientras pienso en ese último comentario en facebook a una foto en la que luzco amplia sonrisa: “Me alegro de verte así, te lo mereces”.
