Los sueños
Ellos toman las riendas. Hacen y deshacen a su antojo y comprometen los designios de mi cabeza.
Ellos toman las riendas. Hacen y deshacen a su antojo y comprometen los designios de mi cabeza.
Me tropecé con tu mirada y de improviso, todas mis trincheras se desvanecieron. Me quedé paralizada, mirándote con el alma al descubierto, sin poder disimular el deseo de besarte, sin más remedio que admitirme que me estaba enamorando.
Cómo querer en su justa medida a quien se ama con desmesura.
No parece haber tierra firme entre este desconsuelo y aquella confusión. Sobrevivo con un pie a cada lado, tambaleándome, pero a flote, entre el vaivén de tu marea.
Observo que me observan, me juzgan y me condenan. Todo en una sola mirada: la mía.
Examino qué le ha ocurrido a mi percepción de mi misma tras este año de cambio vital y descubro que…
Con el tiempo entendí que cada pensamiento, cada rato de escritura, cada sonrisa, cada disfrute, cada pesar… todo, absolutamente todo,…
Me apresuro a escribir algo que me recuerde cómo te soñé. Quiero aferrarme a la emoción intensa que cobró vida en sueños y que se desvanece ahora que tú eres tú y yo solo alguien que te sueña.
Sé que por ahora todo cuanto debo hacer es sonreír y dar las gracias a un dios abstracto por otorgarme la capacidad de amar a las personas que aparecen en mi vida.
Siempre estoy examinando de cerca mis miedos. Constantemente sometiéndolos a la prueba de la verdad para descubrir si se trata de miedos justificados o de alguno de esos que solo sirve para entorpecer la vida.